Es grato constatar que cada día hay más gente conjugando la conciencia social y ambiental en sus iniciativas empresariales, haciendo posible la transición hacia la sostenibilidad. Dan soluciones creativas a necesidades humanas siempre teniendo presente que somos parte de un sistema socioecológico de cuyo equilibrio depende nuestro bienestar.
En estos días me he topado con unas cuantas historias inspiradoras y estimulantes de este tipo de emprendimiento. Una de ellas es la de los hermanos Freitag: Markus y Daniel, ambos diseñadores. Siendo Markus aún un estudiante de diseño gráfico en Zurich (Suiza) se le ocurrió una idea mientras contemplaba la lluvia caer sobre las lonas de los camiones que pasaban por la calle frente a su apartamento: ese material debe ser fantástico para hacer bolsos resistentes al agua, pues los que él había comprado hasta ese momento no evitaban que sus trabajos se humedecieran cuando se desplazaba en su bicicleta en
días lluviosos. Se preguntó qué harían con esas lonas cuando las empresas transportistas decidían cambiarlas y pronto descubrió que nadie las reutilizaba. De manera que estos hermanos decidieron crear unos bolsos tipo bandolera con esas lonas impermeables de segunda mano, lo que complementaron con cinturones de seguridad, neumáticos de bicicleta y airbags; todo de segunda mano!
El resultado encantó a sus amigos quienes le hicieron encargos y pronto la iniciativa tomó otras dimensiones. En 1993 decidieron establecer una empresa que hoy en día tienen 10 tiendas repartidas por el mundo, 450 puestos de venta a nivel internacional y emplea a más de 150 personas. Cada año procesan unas 440 toneladas de lonas, 36.000 neumáticos de bicicletas, 288.000 cinturones de seguridad, entre otros materiales. Además, utilizan agua de lluvia para lavar las lonas antes de aprovecharlas y conciben el proceso productivo en ciclos como sugiere la ecología, donde nada se desperdicia sino que se transforma en algo diferente.
Algo similar hace la gente de la fundación Emaus con su línea de bolsos y accesorios «Sindesperdicio» iniciada en 2009.
Elaboran sus productos en forma artesanal reciclando lonas publicitarias en su taller de confección de Arrasate, en Guipuzcoa. De esta manera le dan una segunda oportunidad al plástico del cual están elaboradas esas lonas, evitando así la contaminación que generarían como desechos; y al mismo tiempo se genera empleo para personas en riesgo de exclusión social. El equipo de Sindesperdicio confía en que la suma de pequeños gestos pueda ayudar a cambiar las cosas en el mundo.
Hace pocos meses se puso en marcha en Suecia el proyecto Refocus o Refu (su abreviatura), el cual tiene también el doble propósito de dar nueva vida a la ropa, textiles o accesorios que las personas ya no usan y al mismo tiempo apoyar la inserción de los jóvenes que participan en el mercado laboral, aportándoles una formación y la práctica que les da esta experiencia. Incluso han incorporado personas inmigrantes, abriéndoles una puerta a su integración social en la sociedad de acogida.
La ropa que recolecta el equipo de Refo son potenciales desechos que están escapado de su potencial destino: los contenedores de basura y salen del proceso con mayor valor y tal vez sirviendo a otro propósito. Mientras que los jóvenes se entrenan para hacer económicamente viable una actividad que les saca de su situación de desempleo, aprenden de gestión empresarial y de relacionamiento en el ámbito laboral, entre otras cosas, como nos explica Liselotte Noren, una de sus fundadoras. En la foto pueden apreciar un bolso/mochila que fue elaborado a partir de un vestido, elementos de un vaquero y un pañuelo. Como se trata también de colaborar con otros proyectos, el bolso está siendo subastado para donar ese dinero a la asociación juvenil de lucha contra el cáncer, grupo con el que han venido colaborando desde su creación.
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02/09/2013 en 9:43 pm
Good initiatives deserve to be known; they can inspire people.
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